Si quieres que algo se muera, déjalo quieto...

La forma en que expresamos nuestras ideas, más allá del tema y la opinión que defendamos, nos revela. Y nos revela al punto que también nos rebela, si nos aventuramos a descubrir distintas maneras de comunicarnos. ¿Para qué decir las cosas de la misma forma como las escuchamos o leímos la primera vez? ¿Por qué no innovar, considerando que nuestro idioma está tan vivo como nosotros? ¿Por qué no usar nuestro idioma como arma, cuando se llevan siglos reproduciendo formas que hoy en día no a todas o a todos representa?  Es cierto que requerimos de acuerdos lingüísticos para poder entendernos, pero recibamos con optimismo la ineludible posibilidad de transformación que tiene nuestro idioma. Finalmente, abrirnos a los cambios, del lenguaje o de lo que sea, también nos asegura vida a nosotros mismos, porque como dice la canción: «Si quieres que algo se muera, déjalo quieto».